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El arte de la cartografía, por Marcelo Roqué


El arte de la cartografía, o cómo hacer un mapa, se manifiesta ya en los albores de la humanidad y precede a la escritura. 

Es en el Atlas Catalán del mayorquino Cresques o en el mapamundi de M. Waldseemüller de 1507, donde aparece por primera vez el nombre de América, en un trazado que representa al Paraguay y parcialmente al Brasil y Argentina.

Con la invención de la imprenta, comienza la reproducción de la cartografía, primero con matrices de madera. El grabado de estas imágenes se perfecciona posteriormente usando láminas de cobre, bronce y finalmente acero. La invención de la litografía permitió una elaboración de mayor calidad del mapa. 



El relevamiento de un mapa dependía en un principio de mediciones pedestres o bien el cartógrafo recurría al tiempo empleado entre dos puntos o al recorrido de una rueda sobre líneas rectas, medidas que se empleaban para la confección de la carta. Se aplicaba una geometría plana usando puntos de referencia conocidos, como la torre de una iglesia, un cerro, la curva de un río o un punto en la costa del mar. 

Los marinos se valieron de la altura de astros y estrellas usando cuadrantes, sextantes y astrolabios para medir así las latitudes. La gran dificultad fue determinar la longitud, a partir de un meridiano de referencia hasta la invención de relojes mecánicos de cierta precisión y tablas astronómicas.

El cartógrafo M. Waldseemüller parece haber inventado un prototipo de teodolito para medir ángulos horizontales y verticales y es por eso que sus relevamientos en la llanura del Rin son los mejores de su época. 

La gran cartografía europea se enriquece en los siglos XVI y XVII a través del trazado de hermosos mapas editados a veces en atlantes coloreados a mano. Los editores principales estaban en los Países Bajos y Flandes y también en Londres y París. 

En ese último siglo se comienza a desear conocer más exactamente la forma y dimensión de la Tierra. El primer paso sería la medición de un arco de la superficie terrestre. Se poseían los instrumentos: el telescopio, el reloj de péndulo y las tablas logarítmicas. Es Juan Domingo Cassini, astrónomo italiano radicado en Francia, quien perfecciona los métodos modernos para la ciencia cartográfica. 


A mediados del siglo XVIII, termina la cartografía artística y comienza la cartografía científica.
 
Así, la Cartografía comienza con el arte y la artesanía y acaba con la ciencia y la tecnología.

¿Pero acaso en griego la palabra «arte» no se escribe «techné»?

Nuestros mapas nacen con el descubrimiento europeo del Continente Americano y a los pocos años comienzan a trazarse mapas del Caribe y de América del Sur. De nuestro país aparecen sus costas con algunos topónimos. En primer lugar figura el Río de la Plata. Pronto también vemos el rio Paraná y algunos afluentes. Los Jesuitas efectúan relevamientos de nuestro litoral fluvial y sus misiones del Paraguay conjuntamente con la región del Tucumán. Cartógrafos ingleses, holandeses y franceses publican cartas coloreadas de nuestras tierras en atlantes de diversos tamaños. A los pocos años de la fundación de nuestras ciudades, figuran ya sus nombres en la cartografía sudamericana, junto a los principales ríos que eran las principales vías de penetración de los conquistadores. Así figuran Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y los rios Xanaes, Carcarañá y otros. 


Hasta fines del siglo XIX, la Patagonia figura como terra nullius, tierra de nadie, y con diversos nombres: Tierra de Patagones, Patagonia, Tierra Magallánica, Chica, o Chicuito. El límite entre las posesiones españolas y el Brasil es fluctuante.

En los grandes mapas sudamericanos trazados entre 1775 y 1850 que tienen entre 80 centímetros y cerca de dos metros, se han dibujado con bastante precisión las montañas, ríos, poblaciones, postas y caminos reales. entre estos valiosos mapas podemos mencionar al del español Cano y Olmedilla de fines del siglo XVIII, el del estadounidense Aaron Arrowsmith, el del inglés John Arrowsmith y otros de menor jerarquía. Cabe observar que en las obras de esos autores aparece muy bien trazado el camino real que iniciado en Buenos Aires, termina en Santa Fe de Bogotá y Cartagena de Indias sobre el mar Caribe, pasando por el territorio argentino, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. En los citados mapas también vemos el camino real de Buenos Aires a Santiago de Chile. Comparando esas valiosas piezas cartográficas, se puede ver el cambio de nombre de las postas o su desaparición en beneficio de otras. 

Casi todos los cartógrafos cuyos trabajos se presentan en esta Muestra se han inspirado en relevamientos realizados por otros geógrafos, por cuya razón repiten errores en el trazado de la costa, el de los límites jurisdiccionales o en topónimos.